Con el
tirachinas de su hermano, Lorenzo lanzaba luciérnagas al cielo. Sabía que en algún lugar
estaría ella, a la caza de estrellas fugaces que pudieran concederle sus
deseos. Quizás no cayera ninguna perseida pero esa noche todo brilló más que nunca.
Precioso, Aurora. La esperanza no ae pierde nunca. Lancemos nuestras mejores luces hacia el Universo, con alguien conectarán.
ResponderEliminarGracias Ángel, y si no las encontramos sonreiremos, la sonrisa es la mejor luz que se puede encontrar.
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ResponderEliminarLa trigonometría es capaz de unir puntos por muy alejados que estén
ResponderEliminarUn beso
Juan M