Quién soy

Desde niña Aurora poseía una gran imaginación pero lejos de lo que podamos pensar no siempre le hacía pasar buenos ratos.

Cada tarde, después del colegio, visitaba a su anciana vecina y mientras una terminaba la tarea, la otra cosía en su rueca. Sin duda era su momento favorito, allí la pequeña aprovechaba para contar sin miedo todo lo que le pasaba por la mente, desde sus pensamientos más oscuros a los más románticos.

Un día todo cambio, su confidente se había ido para siempre y ya no tenía a quién contarle sus relatos. Aurora volvió a la casa por última vez, ahí encontró la rueca de su querida amiga pero con algunos detalles diferentes, en el lugar de la aguja, un lápiz y en el del hilo, un papel donde se leía “Nunca dejes de contarme tus historias.”

Ahora que Aurora tampoco está, intento continuar su legado para que ninguna de sus historias se queden en el olvido y la rueca siga girando.

Érika.