Pellizcos

"Es tan misterioso el país de las lágrimas"
El principito, Antoine de Saint-Exupéry.


Es tan misterioso el país de las lágrimas que cada vez que mi hermano llora no puedo evitar asomar la cabeza a los barrotes de su cuna y disfrutar del espectáculo. Da igual lo que esté haciendo, siempre que lo oigo, lo dejo todo y salgo disparada hacia su habitación.  Desde allí, veo como las gotas le ruedan por su cara, algunas caen en la colcha y otras en el hombro de mamá. Yo no puedo dejar de pensar en lo que sentirá esa pobre bolsita de agua mientras cae, nació para ser lágrima, para expresar dolor y algunas veces alegría pero ¿y su sufrimiento?, ¿Una lágrima puede llorar lágrimas al saber que al secarse morirá? Por eso, siempre que veo restos de ellas pegadas en sus mejillas, me acerco curiosa con la vieja lupa de papá para poder estudiarlas más de cerca y comprobar cuantas siguen vivas. Es ahí cuando entre tanta peca las encuentro, medio agonizantes, agarrándose a alguno de esos lunares como si de un salvavidas se tratara, mientras gritan “¡me seco, me seco!” Está claro que ante esa situación tengo que hacer algo, da igual lo que mamá tarde en volver a dormirlo. A veces les echo agua por encima, otras, las cojo con una espátula y las guardo en un vaso, pero lo que siempre funciona, siempre, siempre, es el momento en que lo pellizco y vuelve a llorar. 

2 comentarios:

  1. Qué útil es El Principito, y cuánto partido se le saca. Lo de mojar las lágrimas para que no se mueran es deliciosamente doloroso.
    Un beso
    JM

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    1. Gracias Juan, al niño seguro que le dolerá más, pero si lee tus palabras se le quitaría rápido. Mil besitos.

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