SEPTIEMBRE

 


Se fue agosto. Y con él, la sal marina, las manos que extienden crema por la espalda, el sol de las nueve, las sonrisas tras el objetivo y las aventuras en las calles.
Lo busco por la casa, en los cajones de la ropa, por el patio, en el sillón del abuelo y hasta en el columpio donde arrullo mis sueños.
Bajo la cama encuentro a septiembre.
Tan pillo.
Con olor a temperas, con nuevas lecciones, y una mascarilla pegada a dos metros de distancia.
También hay un recuerdo de las lágrimas de julio que se pierden con las hojas del otoño, cicatrices de agosto, y una nariz respingada que se aprieta fuerte contra el cristal de un escaparate. Y es ahí cuando sonrío, y puedo ver como septiembre, por fin, me acerca un poco de tregua.

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