—De mayor quiero ser disoñadora.
—¡Eso no existe Aurora!
—¿Cómo qué no? ¡te digo que sí!
—De eso nada.
—Que sí, sí.
—Mamááá... Aurora se ha vuelto a inventar palabras.
Y así todos los días que me dio por imaginar algo en mi vida. Pero a mi abuelo le encantaban mis historias.
—¿Y qué disoñarías, Aurora? —me preguntaba.
—Una luna llena que no se fuera nunca, y que me picara el ojo como lo hace papi cuando se va a trabajar. También quiero tener el mejor amor del mundo, y que me conociera tan bien que me llevara a Disney y en el mismo castillo me pidiera matrimonio…
Y mi abuelo, que era el único que me entendía, me escuchaba con tanta atención que yo seguía y seguía hasta que no me quedaba nada más por disoñar y él se quedaba dormido.
El tiempo ha hecho que ahora solo disoñe en silencio. Aunque en las noches de luna llena me parece oír a la pequeña Aurora susurrar: «anda ve, sal a la ventana». Le da igual lo que esté haciendo, que no me deja tranquila hasta que me asomo, miro a la luna y me guiña un ojo.
#auroraysumundo
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