El pescadito de plomo.

Ilustración: Daslav
De hierro forjado el pequeño pescado no podía nadar. Sus días eran muy tristes y mientras sus compañeros saltaban sobre las olas, él tenía que quedarse en el suelo sin poder nadar. Su mejor amigo, el pez Globo, lo había probado todo para animarle. Le decía que era el más fuerte de todos y que nadie podría pescarlo nunca. Pero eso no era suficiente para sacarle la sonrisa. Un día, Globo, en una de sus múltiples expediciones marinas, encontró bajo los restos de un barco hundido, el trozo de cuerda que sin quererlo le daría la solución. Con ella hizo un nudo muy fuerte desde su colita hasta la de su amigo, luego cogía aire y se hinchaba grande, grande como la luna para poder así despegar al pescadito de plomo del suelo y pasearlo al fin por el mar.

Nota: Relato publicado en Mares de peces, proyecto de mi buena amiga Beatriz Carilla Egido donde recopila todos aquellos relatos relacionados con los peces y su medio acompañado por bonitas ilustraciones. Un honor poder nadar entre sus aguas, no duden en hacerlo ustedes también. 

4 comentarios:

  1. Muy buena lección: nada de compasión cuando hay ingenio.
    Un beso
    Juan M

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que no se diga, será por imaginación, un beso de vuelta.

      Eliminar
  2. Un relato muy tierno y ejemplarizante. Me ha gustado mucho, Érika.Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Juana, gracias, me alegro mucho de que te haya gustado, yo siempre tengo una cuerda en el bolsillo por si un día la necesitas, un beso muy grande.

      Eliminar