CELIA

 


Mi mejor amiga de pequeña se llamaba Celia.
Ella era perfecta en todo, y su único fallo es que solo existía en mi mente. Celia fue lo primero que inventé. No recuerdo como pasó, simplemente un día estaba ahí, y nada más verla ya sabía que era mía.
Me llamo Celiame dijo y soy tu amiga para siempre.
Nunca me dio miedo y descubrir que podía hacer realidad lo que inventaba mi mente fue el mejor juego de mi vida.

SEPTIEMBRE

 


Se fue agosto. Y con él, la sal marina, las manos que extienden crema por la espalda, el sol de las nueve, las sonrisas tras el objetivo y las aventuras en las calles.
Lo busco por la casa, en los cajones de la ropa, por el patio, en el sillón del abuelo y hasta en el columpio donde arrullo mis sueños.

RUIDOS DE NUBE BLANCA

 




Desde que ellos se han ido, la vida se me antoja lenta.
Me falta el ruido.
Por las mañanas.
En el pasillo.
Cuando duermo.
Y ahora ya es difícil creer en algo.
La gente dice que lo superaré rápido. Total, solo los veías tú. Verás cómo se te olvida. Ya tendrás otros. Mejor ahora que después que existieran.
La verdad es que no.

ARCOÍRIS


Mi verano se ha quedado a media asta. Mis corazones se han ido muriendo de uno en uno y con ellos un poco yo de cada vez. Por eso mi ausencia. No quería escribir, no quería despedirme de ellos, no quería que esto pasara. No pude salvarlos.
El primero de mis corazones se lo llevó el viento. Nada más darme cuenta, salí tras él y lo seguí como una niña cuando corre tras su globo:
—Aquí estoy, baja, ven con mamá.
Pero al intentar forcejear con el aire, se enredó en sus remolinos hasta que se difuminó por completo dentro de él. Por un momento el aire se volvió rojizo. Intenté agarrarlo con las manos, como si con eso pudiera atraparlo, recomponer sus piezas y formar de nuevo a mi bebé. No funcionó.

VENTANAS

 



—De mayor quiero ser disoñadora.
—¡Eso no existe Aurora!
—¿Cómo qué no? ¡te digo que sí!
—De eso nada.
—Que sí, sí.
—Mamááá... Aurora se ha vuelto a inventar palabras. 
 

Can´t take my tears off me

 



Si alguna vez me ven con un paraguas abierto aunque no llueva, probablemente será porque estoy a punto de llorar y no pueda hacerlo. Desde la operación no salgo a la calle sin uno. Lo abro para protegerme de mí misma y para no mojarme por si me desbordo.
El mundo no se para porque yo llueva, solo me mira como si fuera un bicho raro. Por eso, los días en que llueve de verdad es cuando más libre me siento. ¿Ahora quién es la loca?

NOSTALGIA

 
De pequeña cuando me invadía la nostalgia, pintaba violeta
. La mayoría de las veces eran flores, o rayones. Luego los cortaba en trozos y los tiraba por toda la casa. Mami mira, está lloviendo violeta. Y yo de verdad que me creía que el techo se abría para llenarme enterita de alegría y borrarme la tristeza. Primavera, aguas frescas, mar, en todo eso pensaba, y en seguida, ya se me quitaba la cara de pena. Siempre funcionaba, aunque después supiera que tenía que recoger todo el show.
Con el tiempo, abandoné la afición. Pero son muchas las veces las que deseo repetirlo, sobre todo ahora, cuando los cuatro corazones se me acurran sobre mí para dormir la siesta, y los oigo latir tan fuerte. Yo los miro y los acarició, deseando que crezcan y se transformen en personas, y que todos los puedan ver como yo los veo, sentir como los siento y querer como los quiero. ¿Cómo se puede amar tanto a algo que nadie, excepto yo, ve?
Ay, otra vez la pena.
Voy a coger una hoja.
Que comience la lluvia.

#auroraysumundo
 

ESQUINAS


La Aurora italiana vive en una esquina como esta. Me cuentan que se llama Isabella. Sabe montar en bici y por su cumpleaños, le regalaron una con cesta llenita de lilas y lavandas. Sabe cantar, tocar el ukelele y hacer pasta fresca. Puede comer todo el queso del mundo, y tener perros y gatos sin que le den alergia. ¡Qué suerte!


Viste siempre con vestidos por la rodilla de flores, y se despierta maquillada y con ondas perfectas que le duran todo el día. Escribe novelas de doscientas o trescientas páginas, y trabaja en un colegio de educación infantil en medio de la Toscana. ¡Ay qué suerte!
Pero, todos los días, al doblar la esquina de su casa, camino del trabajo, sus vecinos ven tras ella, tres sombras que la persiguen. Una, la de ese amor que dejó escapar por miedo, y las otras, la de los niños que no tuvo, en forma de mozzarella con flequillo de albahaca cada uno.


Pensándolo bien, me quedo con mis chapuzas en la cocina, mi voz desafinada, mis cuentos de cincuenta páginas y mi oído nulo para la música, seguiré practicando con la plancha y enganchada a los antihistamínicos de por vida, porque en realidad, yo he escogido bien, supe verlo todo, arreglarlo todo y tenerlo a él con todo. ¡Eso sí qué es buena suerte!
#auroraysumundo .

ABRIL


Abril siempre ha sido bueno conmigo. Me regaló dos aniversarios, California, y hasta casi un niño.
Este año, después de la visita al hospital, me había prometido un viaje en un taxi amarillo. ¡Al Hotel Pennsylvania, por favor! ¿Y luego? Luego al Dumbo. ¿Y después? Al veinte con la esquina entre Grove y Bedford street. ¡Vamos, rápido! Unas galletas en Levain Bakery, risas en el High Bridge, un te quiero de camino a Staten Island y una cena en Stardust. ¿Cuántos son? Dos personas y cuatro corazones. Al viaje no me hubiera ido sin ellos, el primero como familia numerosa. ¡Ay abril! Que bien me tratas siempre…

VELAS


Cuando el día no está bien, enciendo esta vela. Así, poco a poco sale el sol o llueve, según me convenga.

La última vez que lo hice fue el diez de febrero. No tenía que ver con el tiempo, sino con lo que iban hacerme en el hospital. Hacía unos meses atrás que me encontraron cuatro corazones de más. Aurora, usted solo puede tener uno, hay que extirpar. Y aunque me prometieron que era una cosa sencilla, estaba lejos de estar relajada. El encenderla no evitó que se cancelara la intervención, pero gracias a ella, me pusieron mantas, música y un tranki intravenoso que ya quisiera siempre. Medio drogada lo vi todo bonito como mi vela. 

ROMA


Roma ya es diferente,
le cambiamos su historia desde que estuvimos.
Se la dejamos grabadas en las piedras,
en los besos bajo las farolas,
en el helado derretido.

Que se quite Julio César, que aquí vamos hacia el mercado,
a por lilas o a por zapatillas.
Conquistando los puentes y el río.