En algún lugar después
de un domingo cualquiera de enero los lunes son azules. No Aurora, tristes, los
lunes son tristes. Bas, qué sabrás tú. Y en mi empeño en que no, cogí a el
lunes por la camisa y lo apretujé muy fuerte contra mí. Muaaaa, y sonó casi hasta
el jueves, que es mi día favorito. Otro. Muaaa, y lo volví a besar esperando a
que se conviertiera en blue. Pero con tanto beso lo que conseguí es que se
disparatara y salieran otros colores. Todos menos el blue.
White de pintura de
pared para tapar las cosas que no me gustan en mi vida. Yellow sopa para entrar
en calor y no ponerse malo. Pink Aurora, el de mis labios. Red latido, los que
oyes cuando estoy contigo. Brown ojos como los de mi pequeña María que me trae
flores y donuts siempre que me ve. Y del azul ni rastro. Los lunes azules casi
tan difíciles de encontrar como los príncipes. Pero luego me acordé de mi
cuento, y que las cosas blues llegan cuando Aurora, yo, me pincho con la rueca
y me duermo.
Aún falta rato para irme
a dormir. Me da igual. Quito el protector del huso de mi rueca y acerco mi
dedo, cuanto antes me duerma antes llegará mi blue monday, aunque mañana sea
thuesday.
#AurorapostLondres
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