He dedicado más de media vida a la fabricación de
piezas con las que taparse el rostro. Ojos deshabitados, piel de esmalte y una
decoración artesana para que personas de todas partes del mundo vengan a mí en
busca del preciado objeto. Mi triunfo, dicen, reside en el realismo de las
mismas y no son pocos los que han intentado averiguar mi secreto. Desde hace
años llevo concentrado en acabar lo que será mi última gran obra la cual pronto
verá la luz. Gracias a ti, que sin tú quererlo llevas el ornamento fundamental
para finalizarla. Tuve que recorrer callejones y suburbios hasta encontrarte,
el poseedor del alma más negra que produjera lágrimas igual de oscuras, así que deja de
aguantar más el dolor del estilete. Vamos Pierrot, llora.
Dura narración sobre un personaje tan literario y representativo de tantas sensaciones, especialmente la tristeza con su lágrima. Genial a frase de "sus ojos deshabitados" me encantó.
ResponderEliminarabrazos
Gracias Manuel, con este relato me arriesgué un poquito y quise no ser tan emotiva, parece que funcionó :D un beso enorme
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