Lapislázuli.

Mientras rellena las perdices con ceras azules, imagina como sería la vida si logra que su plan funcione. Antes de servirle, lava el delatador color lapislázuli de entre las uñas y espera. Espera a que el príncipe termine todo el plato y se convierta en lo que alguna vez le prometieron, pero tras unos minutos, lo único que consigue es que de él salga un fuerte olor a mar.

NOTA: El pasado domingo 23 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, tuvo lugar el Vendaval de Microrrelatos 2013, en el que durante dos horas tenías que enviar relatos de no más de 200 palabras, Lapislázuli es mi aportación a este soplo de letras. 

10 comentarios:

  1. Huelo a estepas, el mar está lejos. Y tú traes la sal y las distan ias cortas. Eres el vendaval.
    Una ráfaga
    Juan M

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  2. Encantador relato el que acabo de leer. Espero seguir leyendo mas como este.

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    1. :) Gracias por tu comentario, y yo esperaré tus visitas, besitos.

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  3. Me encantan estos cuentos tan geniales pero ¿los príncipes azules no existen? por lo menos comieron perdices.

    Besicos!!

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  4. Me ha gustado muchísimo ese intento de conseguir lo que le habían prometido. De ilusión también se vive. Un abrazo

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    1. Al menos lo intenta para que no se diga, besitos Juana mía.

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  5. Este relato es precioso precioso, Rueca. Una joya. No puedo dejar de leerlo qué preciosidad.

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    1. jajaja ¿¿tanto?? ¡qué emoción! gracias, mi rueca hoy gira contenta.

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